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Cómo sobrevivir/sucumbir al verano
03 Jul 2025
Lectura de 5 min.
Estés donde estés, estamos segurxs de que el maldito calor te estará haciendo tanta compañía como a nosotrxs. Una vez más, el verano cumple (y redobla) su amenaza de amargarnos la existencia con altas temperaturas y con la falsa promesa de ofrecernos un descanso que, ya lo sabemos, no tarda en confirmarse como una terrible trampa mortal.
Para hacernos compañía cinéfila, hemos decidido volver a reunir a nuestro equipo de programación para que proponga una colección de títulos ideal para desfogarnos en comunidad ante los horrores de esta estación del año.
Tenemos motosierras, fiestas playeras, ruinas aztecas, escapadas rurales y toneladas de cerveza... lo que haga falta con tal de no secarnos bajo el puñetero Sol.
Playa sangrienta (Jeffrey Bloom, 1981)
Un tardío exploitation de Tiburón donde con cierta ironía se pone el foco de la amenaza en la arena. Y es que para los que ya no somos muy fans de las playas concurridas con olor a bronceador y exceso de toallas en el suelo no falta más que nos digan que bajo la molesta arena pegajosa se esconden gusanos mutantes capaces de tragar a los no bañistas sin contemplaciones. Fue un pequeño sleeper veraniego en su tiempo pero donde brilló fue en las estanterías de los añorados videoclubs... aunque hoy esté algo perdida, olvidada y necesitada de una buena edición en blu ray. Y para combatir a gusanos y otras especies nadie mejor que John Saxon, uno de esos tipos que te convencían solo con su presencia de que todo iba a salir bien.
Ángel Sala - Director Artístico
Turistas (Ben Wheatley, 2021)
Que el verano y las vacaciones en general son terreno fértil para el amor… y el desamor es algo ya sabido. El director británico Ben Wheatley exploró esta combinación con grandes dosis de humor negro, sangre y paisajes bucólicos en su tercer filme Turistas. Esta macabra comedia británica, protagonizada por Alice Lowe y Steve Oram (corresponsables también del guion), nos propone un road trip tan romántico como letal por la campiña inglesa, donde cada parada turística se convierte en una excusa para el caos. Con una mezcla irresistible de sátira social y violencia disparatada, Wheatley construye una joya del cine de género que subvierte las convenciones del slasher y la crisis de pareja.
Mònica Garcia i Massagué - Directora de la Fundació
Summer Wars (Mamoru Hosoda, 2009)
Antes de que Mamoru Hosoda se hiciera notorio internacionalmente con su El niño y la bestia, e incluso antes de que debutara en solitario en el estudio Madhouse con La chica que saltaba a través del tiempo, el director trabajó en diversas franquicias de la gran Toei Animation y, entre ellas, la de Digimon. En dos de las películas que dirigió para la saga, Hosoda ya exploraba los mundos digitales con chavales que se perdían en ellos en sus vacaciones de verano. No era de extrañar que el universo virtual iba a ser el protagonista en alguna de sus siguientes películas, como lo fue en 2009 con Summer Wars: el mundo de OZ ha sido atacado por un virus y los avatares de millones de personas van a estar expuestos lo que supone una catástrofe a escala mundial; Kenji y toda la familia de su enamorada Natsuki con los que está pasando las vacaciones de verano, deberán unir fuerzas para librar esta cruzada y salvar el mundo. ¡Un disfrute de aventura familiar veraniega!
Gloria Fernández - Comité de Selección
La matanza de Texas (Tobe Hooper, 1974)
El miedo suele vestir de invierno. Se alimenta de escalofríos y de noches en las que sopla un viento gélido. Por eso resultan tan interesantes las películas que toman un camino distinto y trocan la nocturnidad por un sol abrasador, la piel de gallina por el sofoco. Y ninguna llega tan lejos en ese sentido como La matanza de Texas: la obra maestra de Tobe Hooper se abre literalmente con visiones de un sol sanguino, y el primer rostro que vemos es el de un cadáver profanado, cuya putrefacción le deja un rictus no muy distinto del que adoptamos nosotros durante las cada vez más frecuentes olas de calor. No tardarán en aparecer otros cuerpos, vivos (aunque no por mucho tiempo), apenas vestidos con shorts y camisetas que exponen la carne que debe ser rajada, troceada y, probablemente, dispuesta en la parrilla. Les espera un horror sin solaz, un periplo de huesos y polvo en el que ni siquiera se vislumbra un charco en el que refrescar el gaznate. Los (numerosos) primeros planos no engañan: alrededor de los globos oculares abiertos de par en par y las bocas desencajadas en un grito se derrama un sudor que sala la sangre, mientras los dientes de la motosierra entonan una canción inconfundible, la que nos dice que así duele un verano.
Gerard Casau - Comité de Selección
Las ruinas (Carter Smith, 2008)
Ahora que llega el verano y mucha gente aprovecha para viajar, me gustaría advertir sobre los peligros de adentrarse en zonas remotas y paradisíacas. A veces, lo que parece un paseo idílico en un entorno de ensueño puede convertirse en una auténtica pesadilla de sol, sudor y naturaleza salvaje. Los protagonistas de Las ruinas lo experimentarán en carne propia cuando, en busca del hermano de uno de ellos, se adentren en la selva y se topen con unas antiguas ruinas mayas. El director Carter Smith nos ofrece una película atípica, donde se mezclan los peligros del entorno con un potente body horror. Una propuesta muy bien hilada y, sobre todo, entretenida. Prepárate para sentir en tu propia piel el calor sofocante, la tensión creciente y ese desasosiego que solo dan los lugares donde no debería estar nadie. Perfecta para ver en verano con amigos y disfrutar de una de esas películas que a veces pasan bajo el radar, pero que yo nunca me cansaré de reivindicar.
Omar Parra - Comité de Selección
Despertar en el infierno (Ted Kotcheff, 1971)
La prisión de la que no se podía escapar eran las vacaciones de verano: una promesa inalcanzable; de la que no se puede escapar. En días de nervios y desesperación alimentados por el calor extremo, me resulta imposible no volver al recuerdo febril de una de las sesiones de Seven Chances más salvajes que recuerdo. Creo que nunca he pasado tanta sed viendo una película; creo que nunca me he sentido tan incómodo... a la vez que fascinado. El descenso a los infiernos de Ted Kotcheff se concretó en el Outback australiano, en una aridez que ni todos los barriles de cerveza del mundo podrían mitigar. La definición perfecta de película maldita: por la leyenda negra que la envuelve y por lo que despierta: la tentación a perderse en su abismo; la invitación perfecta a apostarlo todo en el juego más absurdo... para acabar perdiendo la poca cordura que nos permite el termómetro estos días.
Víctor Esquirol - Comité de Selección
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