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Crónica de un Cannes Furioso (by Ángel Sala)

Lectura de 3 min.

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Cannes 2024 ha estado marcado por el hype de 'Furiosa', el retorno de George Miller con su saga apocalíptica a la Croisette. Pero el festival empezó con Quentin Dupieux bañando en risas lo que es realmente un guiño a ese apocalipsis silencioso que condena lo que llamamos realidad y extrapola la ficción. 'Le deuxième acte' acaba con los raíles de un traveling infinito a lo 'Week-End' de Godard, pero no sigue a un atasco sin final sino que conduce al vacío de nuestros tiempos. Y en cierta manera todo ello ha estado presente en un Cannes que quiero resumir a modo de cronología del azar y más desde las sensaciones y las emociones que desde ciertos títulos en particular.

 

1. La importancia del relato, el poder de la ficción que se tiene que recuperar para regenerar la historia como nos explica en realidad 'Furiosa' (un poema épico, casi un cantar de gesta) teniendo cuidado a la hora de no convertirnos en actores eternos de una función empujada al vacío, como nos advierte Dupieux en 'Le deuxième acte' .

 

2. La libertad del cineasta, el cine como sueño y la necesidad del mismo como nos dice 'Megalópolis' de Coppola fábula en clave de acronía decadente y curiosamente optimista presentada en un Cannes con ese ruido se fondo de negocio y mercadeo frenético convertido en un caos de actores viejos y nuevos apostando en un casino donde parece que ya no hay reglas ni pistas. Imágenes para soñar frente al frenesí mercantil... para seguir precisamente con ese sueño. No deja de ser fascinante.

 

3. Nuestro mundo y sus abismos retratado desde los cuentos crueles de Lanthimos como musical del azar de Auster en 'Kinds of Kindness', regreso a las geometrías vacías de 'El sacrificio de un ciervo sagrado' o al nihilismo de su etapa griega. En el otro lado, Audiard  haciendo de la tragedia del narcotrafico y la reivindicación de la diversidad sexual un musical brillante, incluso de lágrima, 'Emilia Pérez', el 'La La Land' de la ciudad de las pesadillas.

 

 

4. Cannes y sus cineastas hablando de ese tiempo perdido, ese Marienbad colectivo reflejado en oda a la belleza como 'Pathenope' de Sorrentino, síndrome de Stendhal bañado en aguas napolitanas viscontianas.

 

 

5. El cine como máquina de historia reciente, como alegato sobre las propias raíces de personajes y hechos que tienen razones y causas. Asi The Appentrice', de Ali Abbasi, crónica de las primeras experiencias de un Donald Trump convertido poco a poco en monstruo, mezcla de 'American Psycho' y Damien Thorn, proceso que se culmina en un quirófano/laboratorio. La reivindicación de la forma de narrar de los cronistas urbanos de la urbe eterna, de ese New York del fear city de Los 70 inconfundiblemente ferrariano hasta el "I love NY" de los yuppies convertido en hoguera de vanidades o la broma infinita.

 

6. Esas obligadas sorpresas que un festival siempre debe tener cine que sublima el devenir y lanza expectativas hacia lo que vendra como la monumental en 'Flow', de Gints Zilbalodis, una prueba del poder del cine de animación  celebrado en Cannes, 'Sister Midnight' de Karan Kandhari o cuando el cine de la India quiere superar el tópico apostando por lo imaginario y lo popular, o de 'The Girl with the Needle', de Magnus von Horn, o un cine europeo lejos de la imagen de marca corporativa, quizá la apuesta más valiente de la Sección Oficial.

 

7. El fantástico como dominador incluso en Cannes, con la presencia en el mercado del imponente Fantastic Paviillion o el impacto de 'The Substance', de Coralie Fargeat, simplemente la película que respira más amor por el cine fantástico en años, golpe en la mesa de una autora que abraza el género y no huye de el.

 

8. Acaba un Cannes donde todo ha fluido bien, desde el acceso a los tickets on line o a las salas, con más screenings para poder ver las propuestas, en una selección de alto nivel, tejedora de tramas que se mueven entre nuestra realidad y esa ficción que nos invade. Yo me quedo con el ambiente de las sesiones de medianoche en Lumiere, con aplausos, risas y entusiasmo, especialmente en el pase de la extraordinaria 'Twilight of the Warriors: Walled In', de Soi Cheang, otro sueño revivido, el de aquel cine de Hong Kong sin complejos que hizo del espectáculo visual y sus coreografías himnos a la pasión por la imágen puramente cinética. Y es que seguimos saliendo de ver películas con ganas de soñar, cantar, bailar, reír… en definitiva de vivir, con fuerzas para resistir al vacío, esa Nada amenazante.

 

- Ángel Sala

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