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Entrevista a Veronika Franz i Severin Fiala

Lectura de 4 min.

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“No quisimos hacer una película de terror al uso, sino una película sobre los horrores inherentes a la existencia”

 

No hay nada como crear en familia. Veronika Franz y Severin Fiala, tía y sobrino, llevan desde 2014 creando a cuatro manos una escueta pero contundente filmografía que ha cristalizado en El baño del diablo (The Devil’s Bath), lúgubre y demoledor film de época producido por Ulrich Seidl que presenta una combinación imbatible de terror psicológico, drama gótico y folk horror - Por María Adell Carmona

 

La película está ambientada en la Austria del siglo XVIII y basada en casos reales. ¿Cómo llegasteis a ellos?

Severin Fiala: La primera vez que escuchamos este fenómeno de las personas con tendencias suicidas, muchas de ellas mujeres, que decidían cometer crímenes de sangre que implicaban la pena capital para, así, evitar matarse a sí mismas y, por tanto, eludir la condena eterna por motivos religiosos, fue en un pódcast en el que participaba la historiadora Kathy Stuart. Nos pusimos enseguida en contacto con ella, que fue muy generosa compartiendo su investigación y enviándonos muchos documentos de interrogatorios reales que había recopilado. Nos conmovió conocer de primera mano las vidas auténticas de mujeres que, si no hubieran cometido estos crímenes, nunca hubiéramos conocido. Mujeres comunes, campesinas, granjeras, con sus aflicciones y sus sueños.

 

¿Cómo fue el proceso de escritura?

Veronika Franz: Nos costó mucho encontrar el modo adecuado de contar la historia. Al principio pensamos que, como teníamos esos documentos históricos, lo más lógico sería hacer un drama judicial, pero enseguida lo descartamos, porque sentimos que de ese modo perderíamos impacto emocional. Esos interrogatorios nos permitían ver a una mujer hablando de sus sentimientos más profundos, de sus miedos, sus pecados. Queríamos mantenernos fieles a esa mujer, y a lo que nos estaba contando sobre sí misma a través de esos interrogatorios. Por lo tanto, tampoco quisimos hacer una película de terror al uso, sino una película sobre los horrores inherentes a la existencia.

 

Es cierto que es una película distinta a las anteriores. Para empezar es una película de época.

SF: No queríamos hacer una película sobre el pasado, porque un film no tiene que ser una lección de historia. Queríamos hablar del presente, no solo de Austria, sino de lo que está pasando en todas partes. Los temas que aborda la película, el de la salud mental y el hecho de que la depresión es, aún, un tabú en muchos lugares, es muy actual. La protagonista, Agnes, es una perfeccionista, una mujer que piensa que nada de lo que hace es suficiente, que nunca va a estar a la altura de lo que la sociedad y los demás esperan de ella, y eso la hace caer en una depresión profunda. Es cierto que ya no vivimos en una sociedad religiosa como la que se muestra en el film, pero en este mundo capitalista no somos mucho más libres: estamos forzados a comportarnos de acuerdo con las normas de una sociedad de la que no podemos escapar.

 

De todos modos, el tema de la maternidad, o de su ausencia, como en este caso, es un tema que ya habíais abordado en Goodnight Mommy.

SF: Es cierto que ambos films tratan en cierta medida la maternidad, o las expectativas que la sociedad tiene sobre mujeres que son madres o que creen que deben convertirse en madres. La película, además, quiere visibilizar, como ha hecho el feminismo en las últimas décadas, esa parte de la historia de las mujeres que se ha mantenido oculta durante siglos, pero desde una perspectiva distinta. Aquí no estamos hablando de la tragedia de unas mujeres acusadas falsamente de brujería y, por ello, asesinadas, sino de un personaje femenino mucho más complejo. Agnes es una víctima, pero, también, la autora de un crimen terrible, lo que la convierte en un personaje mucho más difícil de digerir.

 

La actriz, Anja Plaschg, es absolutamente increíble, ¿cómo la encontrasteis?

VF: Anja es cantante y música, no tenía apenas experiencia como actriz. Nos pusimos en contacto con ella porque queríamos pedirle que colaborara en la banda sonora, pero cuando la conocimos le pedimos si podía hacer una audición e inmediatamente supimos que tenía que ser ella. Anja es una perfeccionista y quería experimentarlo todo de primera mano, lo cual encajó perfectamente con nuestra forma de filmar, ya que no somos el tipo de cineastas que se mantienen siempre fieles al guion, sino que nos gusta estar abiertos a las cosas imprevistas que suceden en el momento del rodaje. Además, rodamos la película cronológicamente, por lo que cuando Anja llegó a la escena de la confesión, hacia el final, conocía su personaje a la perfección y lo dio todo; es una escena muy intensa que rodamos en una sola toma, no tuvimos que repetirla.

 

Habéis trabajado siempre juntos, ¿cómo es vuestro proceso de trabajo? La sensación al escucharos hablar es que sois la misma persona.

VF: (riéndose) Tienes razón. Solemos decir que somos un monstruo de dos cabezas, pero con un único cerebro compartido.

SF: No nos podemos separar porque eso nos dejaría con solo medio cerebro, así que siempre intentamos hacer todo juntos, no repartimos responsabilidades ni tareas. Es un trabajo colaborativo que puede hacer que el proceso sea más lento, pero que también provoca que sea mucho más fácil lidiar con situaciones complicadas, en las que hay mucha presión. Si estás solo, es probable que acabes cediendo a estas presiones, pero si eres un cineasta-monstruo de dos cabezas, te sientes mucho más fuerte para afrontarlas.

 

[entrevista extraída del Diario del Festival del 6 y 7 de octubre de 2024]

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