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Kier-La Janisse

Entrevista con Kier-La Janisse

Lectura de 4 min.

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Por Andreu Marves

Hablamos con la directora del ambicioso documental Woodlands Dark and DaysBewitched: A History of Folk Horror, que también presenta en el Festival una pieza sobre cine quinqui.

¿Qué es el folk horror?


En general, acostumbro a describirlo como una ficción de horror que transcurre en un entorno rural, donde a menudo viven comunidades aisladas del resto del mundo, y que lidia con creencias, costumbres o prácticas arraigadas al folclore de la zona. Los elementos específicos pueden variar dependiente de donde se ambienta la ficción o en qué posición se sitúa el autor.

¿Por qué escogiste este subgénero de entre todos los posibles para hacer este documental tan ambicioso?

Hace unos años, Severin Films –la distribuidora por la cual trabajo– lanzó un Blu-ray de Blooddonde Satan’s Claw, y yo propuse acompañarla con un pieza de una media hora sobre el folk horror. Ni siquiera lo tenía que hacer yo en un principio, pero mi jefe me lo encargó a mí. Nunca había considerado ser directora de cine; solo me había dedicado en la programación y a la crítica, así que fue completamente accidental.

El folk horror ha vivido un renacimiento en los últimos años. ¿Cuál crees que es el motivo detrás de este éxito?

El inicio de este renacimiento se centra en el Reino Unido, con films como Kill List y A Field in England de Ben Wheatley. Él forma parte de una generación de cineastas ingleses que se habían criado durante los años setenta, donde una parte importante del folk horror se emitía por televisión e influenció su imaginario colectivo.

La razón por la cual este se popularizó, pero, creo que tiene que ver con el contexto sociopolítico de los últimos años, que se asemeja mucho a los de los setenta: Trump es el nuevo Nixon, el Brexit es el nuevo referéndum de entrada en la Unión Europea, la crisis climática se asemeja a la del petróleo y, tanto entonces como ahora, hay un interés creciente por el ocultismo y el new age. Son dos periodos temporales caracterizados por su pesimismo. El coronavirus solo ha empeorado todo esto, está claro.

Has coordinado All the Haunts Be Ours, una colección con diecinueve películas de folk horror –veinte, incluyendo tu documental–. ¿Cuáles son tus preferidas?

A Field in England, aunque sea una decisión obvia. También Il demonio, de Brunello Ronde, que es una película preciosa de la cual hemos incluido metraje inédito que encontramos durante la restauración; Witchhammer, una historia checa sobre una caza de brujas al estilo de Witchfinder General, o Wilczyca, un film de hombres lobo polaco, que allá era muy popular, pero que en los Estados Unidos es prácticamente desconocida. Es muy difícil escoger: tuve que quedarme con diecinueve de una lista de doscientas, así que estas ya son mis preferidas.

Al festival también estás pasando un mediometrage sobre el cine quinqui. ¿Cómo llegaste a conocer este subgénero español? ¿Qué es el que te llamó la atención?

Un día, vi en el Facebook que tanto Diego López, del festival, como Aaron Soto, un productor mexicano, habían compartido algo sobro Navajeros. Me pareció muy extraño, y como mí me encantan las películas de jóvenes delincuentes, la vi. Se convirtió en una de mis preferidas, y me obsesioné con este género.

En aquel momento, estábamos preparando en Severin Films el lanzamiento de La semana del asesino, de Eloy de la Iglesia, así que le propuse en mi jefe que hiciéramos algo con estas películas. Finalmente, preparamos una recopilación que incluye Navajeros y las dos partes de El pico; contiene este mediometrage de introducción al cine quinqui, por el cual contamos con la ayuda de los expertos Mery Cuesta y Tom Whittaker. Lo enviamos al festival sin mucha esperanza, porque vosotros ya conocéis muy bien este cine, así que fue una alegría enterarnos que lo habíais escogido.

Si nunca consideraras hacer una película de terror, ¿de qué tipo seria?

Hace quince años, habría hecho una rape & revenge, pero ya se ha trabajado mucho en los últimos tiempos. Ahora haría algo en la línea de mi libro House of Psychotic Women, donde trato películas sobre mujeres mentalmente inestables confinadas en un espacio doméstico opresivo.

Y si fuera de folk horror, ¿de que iría?

No sé si soy la persona adecuada, pero me gustaría hacerla sobre los Gullahs, una comunidad que vive en unas islas del sudeste de los Estados Unidos y que está formada por descendentes de esclavos que consiguieron preservar sus antiguas costumbres. Se pueden ver en Daughters of the Dust, de la Julie Dash. Creo que el folk horror tiene la capacidad de descubrirnos nuevas culturas, y que el principal motivo para seguir haciendo películas así es, precisamente, hacer un trabajo antropológico y recrear de manera fiel estas culturas.

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