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Vibrante domingo vampírico contra el estigma social

Lectura de 9 min.

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El Auditorio se ha teñido de rosa con la llegada de Eduardo Casanova. El director de títulos tan subversivos como Pieles o La Piedad, presentada en Sitges 2022, ha levantado pasiones con su maravillosa nueva propuesta. Silencio no sólo es una oda a favor de la marginación y la alteridad. También es puro cine queer contra la serofobia. Por otra parte, Sitges ha vibrado con la llegada de películas tan estimulantes como Decorado de Alberto Vázquez, Exit 8 de Genki Kawamura, Singular de Alberto Gastesi o La vida de Chuck de Mike Flanagan.

 

Vampiras contra el estigma del VIH 

Radical, punzante y subversiva, pero también humanista e inclinada hacia las formas más retorcidas de la belleza, la obra de Eduardo Casanova es una oda colosal a favor de la diferencia que no tiene miedo en filmarla de frente e impregnarla de rosa pastel. Desde Pieles, su feroz ópera prima sobre identidades marginales y cuerpos no normativos, hasta títulos de una audacia tan perturbadora y asfixiante como La piedad, presentada en Sitges 2022, y Al margen, uno de los documentales más contundentes sobre la salud mental de los últimos años; Casanova se ha erigido como uno de los autores más radicales del panorama español en su reivindicación de las alteridades, poseído por la rebeldía de maestros como John Waters o el primer Pedro Almodóvar. 

Hoy, Casanova ha vuelto a Sitges como una estrella del punk, acompañado de su gran equipo de creadoras, para presentar su nueva maravilla. Presentada en Sección Oficial Fantàstic, Silencio es una barroca tragicomedia queer contra la serofobia, narrada en formato miniserie, sobre unas hermanas vampiras que sobreviven como pueden a la escasez de “sangre humana limpia” debido a los estragos que está causando la peste negra en Europa. Siglos después, una de ellas se enfrenta a la pandemia del sida en España, estigmatizada como la “peste rosa de los 80”, una expresión que a Casanova le gustaría reivindicar como símbolo de empoderamiento. 

El VIH, según ha expresado el director en una rueda de prensa que ha contado con la participación de Leticia Dolera y Jordi Évole, “es una pandemia que no ha acabado y que mantiene silenciadas a muchas personas en la actualidad.” Casanova ha agregado que “cuesta mucho para las personas que lo sufren romper el tabú y salir del armario”, además de referirse a la triste noticia de que, actualmente, existen varios países donde las personas seropositivas no pueden viajar. 

De alguna forma, Casanova espera y desea que, con el estreno en Movistar Plus+ de Silencio el próximo 1 de diciembre, Día Mundial de la Lucha contra el Sida, su nueva producción pueda “dar arrojo a las personas que lo sufren.” No por casualidad, el extravagante maquillaje que lucen las protagonistas, interpretadas por talentos de la talla de Lucía Díez, María León o Ana Polvorosa, se inspira, según ha confirmado, en el cambio físico que sufren algunas personas afectadas por el VIH.

 

Un pueblo llamado Dante’s Freak 

Rodeado de fans de todas las edades, el maestro Joe Dante, canon indispensable de las comedias de terror de los años ochenta y noventa, ha vuelto al Festival que lleva celebrando su filmografía desde hace décadas como gran pilar del cine fantástico. Su deliciosa gamberrada Pequeños guerreros ganó en 1998 los premios de Mejores efectos especiales y Mejor BSO. Dante volvió a Sitges hace años para recibir la Màquina del Temps y ahora regresa como gran padre de algunas de las criaturas más icónicas del cine contemporáneo para ser honrado de nuevo, como ya anunciamos, con el Gran Premio Honorífico. 

Ovacionado por el público del Auditorio, el director ha agradecido el galardón a un Festival que lo acompaña desde hace décadas. Acto seguido, se han apagado las luces para exhibir una de las propuestas más gamificadas de este año. Se trata del claustrofóbico thriller de bucles temporales Exit 8, dirigido por Genki Kawamura y protagonizado por un reparto íntegramente japonés, que se inspira en el original videojuego homónimo de escenario único que ganó el premio como propuesta revelación en los Japan Games Awards de 2024. 

El interminable pasadizo subterráneo que el jugador o la jugadora debía transitar en el juego, siempre atento a cualquier anomalía que se pudiera encontrar en el camino, se ha convertido en esta fascinante película de ciencia-ficción minimalista. Con Exit 8, bien podríamos hablar de la próxima obra de culto nipona. Según Kawamura, el guion “se reescribía en el mismo set de rodaje, entre escena y escena.” El objetivo ha consistido en trasladar a la puesta en escena el espíritu de los mejores videojuegos, esos que “se disfrutan jugando y viendo cómo se juega.” Para más inri, Exit 8 está distribuida por la icónica Toho, responsable de clásicos como Akira o Los siete samuráis, y ha desconcertado a los espectadores en su forma de abordar el terror como espacio liminar con ecos a la geométrica Cube de Vincenzo Natali.

 

Algo se pudre en Tasmania 

Para Zak Hilditch, el terror y el drama son dos caras de la misma moneda. Su emocionante We Bury the Dead ha sorprendido gratamente a los asistentes que sólo esperaban una experiencia sangrienta de zombis; un subgénero al que, en palabras del propio Hilditch, “es muy difícil añadir algún elemento nuevo.” No obstante, el director y guionista australiano ha sabido aprovechar la dimensión íntima y redentora del relato que cuenta en una Tasmania apocalíptica donde un experimento fallido del ejército ha provocado la muerte de cientos de personas. 

La joven viuda que encarna Daisy Ridley busca a su marido desaparecido en medio de la catástrofe. Según ha confesado Hilditch, la película “descansa sobre los hombros de Ridley”, encumbrada heroína de la última trilogía de Star Wars que, en esta ocasión, interpreta a una superviviente en pleno duelo en escenas que fluctúan entre la tensión que provocan los muertos vivientes como la tristeza que se desatan en espacios interiores. 

No por casualidad, las bases de esta sangrienta historia, donde “la muerte está por todas partes”, parten de una vivencia del director, que en 2017 perdió a un ser querido y sabe lo que significa “empaquetar los recuerdos de toda una vida” en las estancias de una casa vacía, como un “proceso catártico”. La escritura de We Bury the Dead se impregna de estas emociones para construir un drama familiar de terror que, a pesar de todas las muertes que alberga, manifiesta un poderoso deseo por la vida.

 

Las potencialidades de la IA 

Contaba esta mañana Patricia López Arnaiz que leer por primera vez el guion de Singular fue “como un viaje sensorial, como un aroma que perdura pasados los días y deja impronta.” Algo parecido le ocurrió a Javier Rey, que “volvía al texto una y otra vez para descubrir nuevas lecturas.” Con estas declaraciones de actriz y actor protagonistas ha empezado la rueda de prensa sobre la intrigante nueva película del director Alberto Gastesi, que ha confesado su inquietud por abordar el proyecto como “una experiencia lúdica a través del thriller psicológico y la ciencia-ficción, jugando con sus códigos para darles la vuelta.” 

Arnaiz y Rey interpretan a una expareja que decide reencontrarse en una antigua casa del lago doce años después de la muerte de su hijo. Ella, especialista en inteligencia artificial, y él, un hombre alejado de la civilización, se enfrentan a la llegada inesperada de un enigmático joven que sacará a la luz antiguos secretos. Lo más interesante de esta premisa es que, debajo de su apariencia, se esconde un verdadero laberinto narrativo coescrito entre Gastesi y “su compañero de baile”, el guionista Álex Merino, donde la ciencia-ficción se acaba revelando “como aparición maravillosa” en una propuesta que, según ha confesado el director, aprovecha la idea del bucle y la obsesión inspirándose en la obra de Ray Bradbury, la extrañeza que hay en Reencarnación de Jonathan Glazer y el manejo de la intriga y la atmósfera de Kiyoshi Kurosawa en la magnífica Cure. 

Singular es una película que cuenta con la participación de RTVE, coproducida entre España y Finlandia y con la presencia de Miguel Iriarte e Iñigo Gastesi en el reparto.

 

El show de Vázquez 

“Es un error considerar el corto como el paso previo a un largo. De hecho, es el medio más adecuado para la animación”. Así se ha pronunciado el director y guionista Alberto Vázquez, autor de trabajos tan exquisitos como Bird Boy o Psiconautas, el día en que ha presentado Decorado, su esperadísimo tercer largometraje animado coescrito con Francesc Xavier Manuel Ruiz que amplía el universo narrativo de su propio cortometraje homónimo, ganador del Goya en 2016. 

La película confirma la inventiva de este multipremiado cineasta como una de las voces más singulares del actual panorama fantástico en lo que a identidad de estilo se refiere. La audacia de sus relatos y personajes, acompañados de una fuerte carga metafórica a nivel político y social, han situado a Vázquez como gran autor de la animación para adultos con las puertas siempre abiertas en el Festival de Sitges. Decorado nos sitúa así en la densa mirada de Arnold, un ratón de mediana edad atrapado en una crisis existencial que empieza a sospechar que su entorno, en realidad, es una gran farsa. 

A medio camino entre el diseño clásico y moderno de personajes, entre Mickey Mouse y una revisión contemporánea del fantasma y el monstruo, Vázquez ha conjurado distintas mitologías para firmar un fascinante relato de autodescubrimiento donde los misterios de la otredad se entremezclan con la comedia negra. En otras palabras, Decorado es “un viaje de paranoia cotidiana en una huida desesperada hacia algo que se parezca, aunque sea un poco, a la libertad.” Este decisivo retrato sobre la melancolía permite a Vázquez explorar la búsqueda del amor en una sociedad donde la gente lleva máscara para relacionarse. 

Si en la descarnada fábula antibélica Unicorn Wars, ganadora del Goya y presentada en Sitges 2022, se denunciaba “la fe y la religión como herramientas de control” en un mundo salvajemente apocalíptico, su nueva película se sirve de la narrativa distópica en la tradición orwelliana y en un clásico como El show de Truman para defender el paisaje íntimo que existe en cada uno de nosotros.

 

Fantasmas italianos, bucles temporales y el mejor bailoteo del año 

Asimismo, el intenso domingo que nos asiste ha servido para celebrar títulos distanciados entre sí, pero unidos bajo el mismo amparo del Festival. La vida de Chuck, dirigida por Mike Flanagan, adapta la novela homónima de Stephen King sobre tres historias que giran en torno al hipnótico personaje de Charles Krantz que interpreta un desmelenado Tom Hiddleston, protagonista de la mejor escena de baile callejero de este año. 

Y de Estados Unidos nos hemos ido hasta Canadá, para disfrutar por fin de una película que fue impulsada justamente por nuestro Festival a través de la iniciativa Sitges FanPitch. Dirigido por Deanna Milligan y Ramsey Fendall, Lucid es un estimulante viaje onírico filmado en 35 mm y Super-8 sobre una estudiante de arte que decide combatir su bloqueo artístico con un elixir mágico que genera sueños lúcidos. No obstante, este brebaje también libera monstruosidades oscuras que habitan el subconsciente. 

La sesión, celebrada con éxito de público en la Sala Escorxador, ha contado con la presencia del tándem directivo junto con las actrices Caitlin Acken Taylor y Jo Gaffney, que han celebrado un Q&A después de la proyección respondiendo preguntas sobre el proceso de filmación y montaje. 

Igualmente destacable ha sido el pase de Lo Spettro, presentada por el productor David Gregory en una versión restaurada que ha llevado a cabo Severin Films. Esta rareza del cine italiano de los sesenta, dirigida por Riccardo Freda y protagonizada por Barbara Steele, eterna musa de Roger Corman en El péndulo de la muerte y de Mario Bava en La máscara del demonio, ha maravillado al público más cinéfilo de Sitges con un delicioso cuento de fantasmas.

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