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Entrevista a Coralie Fargeat
29 Ene 2025
Lectura de 4 min.
"La mirada social hacia la mujer está llena de prejuicios"
Coralie Fargeat es la cineasta del momento. Artífice de una de las sensaciones del año, la revulsiva y a la vez lúdica La sustancia, Fargeat regresa al Festival después de triunfar en la edición de 2017 con la impactante Revenge, que ganó el Premio a la Mejor Dirección y el Citizen Kane a la Mejor Dirección Novel. En la rueda de prensa previa a la esperada proyección en Sitges de su nueva película, que obtuvo el Premio al Mejor Guion en el pasado Festival de Cannes, la cineasta francesa habló sobre sus numerosas influencias, su proceso creativo y el papel que desempeñó Demi Moore durante el desarrollo del filme - Por Andreu Marves
La sustancia es una película diferente a Revenge, en escala y ambición.
Aunque la idea de La sustancia surgió después de Revenge, he reflexionado mucho sobre sus temas desde hace tiempo. De hecho, a pesar de sus diferencias, ambas películas tratan sobre cómo son percibidas las mujeres: mientras que en Revenge las percepciones provienen del exterior, de los hombres, en La sustancia es una cuestión de autoimagen. Después de mi debut, me pregunté cuál quería que fuera mi siguiente paso y me propuse crear un mundo que se sintiera propio y específico. Era ambicioso, y nunca lo habría logrado sin el aprendizaje que supuso rodar mi ópera prima.
La película contiene referencias evidentes al cine de Cronenberg, Lynch o Kubrick. ¿Cómo te han influenciado estos grandes maestros?
Crecí viendo sus películas y pasaron a formar parte de mi vida. El cine era el único lugar donde me sentía cómoda de joven. Desde entonces, la obra de estos autores vive dentro de mí y configura mi identidad. Eso sí, para mis largometrajes, he tenido que digerir su influencia para hacerla propia. Lo que más me interesa de cineastas como ellos es su uso del lenguaje cinematográfico para contar una historia sin necesidad de recurrir a los diálogos. Crean experiencias audiovisuales, no muy distintas de un viaje psicodélico. Así fue la primera vez que vi 2001: Una odisea del espacio: la vi tarde, con veintitantos años, y me impresionó mucho cómo narra sin necesidad de palabras. Hay mucho en el cine que no puede ser explicado, algo así como la vida subconsciente de la película. Es algo que apela a la imaginación del espectador, de manera similar a leer un libro, donde las palabras son las mismas, pero cada lector las visualiza de manera diferente.
¿Cómo llegó Demi Moore al proyecto?
Mientras escribía el guion, pensé que necesitaba una actriz icónica, que simbolizara lo que es estar bajo el escrutinio público. Así es como vivimos todas las mujeres, pero especialmente las actrices: en el momento en que se apagan los focos, desaparecen. Esto complicaba el casting, ya que implicaba confrontar a las candidatas con sus peores fobias profesionales. Era un riesgo porque suponía una innovación, un proceso cuyo resultado final era incierto. Durante mis primeras reuniones con la productora surgió el nombre de Demi Moore; encajaba perfectamente con lo que tenía en mente, pero no quería hacerme ilusiones porque no estaba segura de que quisiera arriesgar tanto su imagen. Cuando dijo que sí, me sorprendió.
¿Cómo fue la preparación con ella?
Repasamos mucho el papel para asegurarnos de que todo funcionara bien, ya que se trataba de un personaje muy específico. Además, tengo un estilo de dirección muy visual al que los actores deben adaptarse para estar en sintonía con la puesta en escena. También me preocupaban el maquillaje protésico y las escenas con desnudos, además de la dimensión del rodaje: se trata de un filme independiente rodado en Francia, con equipos mucho más pequeños de los que Demi debe de estar acostumbrada. Pero, en respuesta, ofreció una actuación honesta y extraordinaria.
¿Cómo fue el rodaje de la película?
Todo un desafío. Quería conservar la libertad creativa y al mismo tiempo hacer algo con más presupuesto. Sobre todo, quería trabajar con actores estadounidenses para que la historia alcanzara una escala mayor, universal, de alguna manera. Comencé escribiendo el guion yo sola, sin socios ni nadie que me aconsejara. Quería un producto final desinhibido con el que estuviera conforme. También quería coproducir, para así poder trabajar en Francia con mi equipo y crear una especie de burbuja creativa con gente afín. Entre otras cosas, debíamos organizar el rodaje en torno al proceso de aplicación del maquillaje, que puede ser muy largo. Había tantos factores a tener en cuenta y tanta flexibilidad por nuestra parte, que prácticamente fue un experimento.
El subtexto de la maternidad también es evidente. ¿Cómo relacionas esto con el tema central de la película?
La mirada social hacia la mujer está llena de prejuicios, muchos de los cuales tienen que ver con si eres madre o no, y en ese sentido es importante porque precisamente la película gira en torno a esa imposición. El personaje de Sue (Qualley) nace, literalmente, de Elizabeth (Moore), quien inevitablemente teme morir. Una forma de escapar de esa mortalidad es reproducirse: tener hijos es una de las pocas maneras que tenemos de perpetuar nuestra existencia.
¿Qué experiencia tienes con el Festival?
Cuando presenté Revenge aquí la reacción fue espectacular. Sitges tiene un público muy honesto, lo cual agradezco. Así que guardo buenos recuerdos. Por eso, me encanta poder estar aquí de nuevo con La sustancia.
[entrevista extraída del Diario del Festival de los días 6 y 7 de octubre de 2024]
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