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Woman In Fan
Entrevista a Asia Argento
13 jun 2019
Lectura de 4 min.
Por Gerard Casau
HABLAMOS CON LA ACTRIZ Y DIRECTORA ITALIANA, ICONO DEL CINE MÁS COMBATIVO, ANTES DE LA ENTREGA DEL PREMIO HONORÍFICO MÉLIÈS CAREER AWARD.
"Sé que a la gente no le parece bien que alguien fume. Pero a mí me gusta, es el último vínculo directo que el ser humano tiene con el fuego", dice Asia Argento mientras apura un cigarrillo antes de hacer se el retrato que acompaña esta entrevista. La frase resume el modo de pensar de la artista italiana: inconformista, reflexivo y consciente de estar en minoría, convirtiendo sus gestos en un acto de resistencia.
En ocasiones, te has definido como una "bruja". ¿Qué significa para ti esa palabra?
Es algo que escuchaba continuamente en casa cuando era pequeña. Mi madre se refería a sí misma como una "bruja blanca", y fue la responsable de que mi padre empezara a interesarse en el esoterismo. Yo también creo en aquellas cosas que no podemos ver y que nos rodea en el mundo de lo espiritual y en aquello que es intangible. Me identifico sobre todo con la "magia roja", porque es la que atañe al amor. He aprendido que el amor y el sexo son fuerzas creativas muy poderosas en mí, así que he tratado de hallar una manera de canalizar esa energía sin hacer daño a los demás.
Muchos espectadores te han conocido por tus trabajos en el género fantástico, pero tu carrera no se entiende sin tu afinidad por el underground. ¿De quién te sientes más próxima, de Barbara Steele o de Lydia Lunch?
Me reflejo en todas las mujeres fuertes, y creo que ellas también se reflejan en mí. Ante todo, me identifico con los outsiders. ¿Recuerdas la película Freaks, cuando cantan "we accept you! We accept you! One of us!"? Esa es la afinidad que se cree cuando nos reconocemos, especialmente las mujeres. Los artistas de los que soy amiga tampoco encajan en las convenciones; ellos me han aceptado en su círculo y me han dado la fuerza para seguir adelante. Porque no es fácil ser una outsider: muchas veces, te topas con la incomprensión o, directamente, con una gran cantidad de odio dirigido a ti. Y es doloroso. Confieso que cuando era joven, traté de hacer concesiones para encajar. Pero mi padre me dijo que no engañaba a nadie haciéndome pasar por burguesa, que soy mucho más divertida cuando rompo los esquemas de lo que se supone que una mujer debe decir o no.
Se suele pensar en la interpretación como en el arte de desaparecer en un personaje, pero en tu caso, da la sensación de que pones mucho de tu carácter en ellos.
Eso solo ocurre en los mejores casos. He hecho muchas películas que prácticamente no me exigían nada. Los directores saben que tengo una personalidad fuerte que llevo a los personajes, pero siguen pidiéndome que me ciña al guión, incluso cuando yo sé que una frase no va a sonar verdadera; deben creerse Dante o algo por el estilo. Te reducen a una geisha. Por suerte, hay maestros que me han enseñado a ser libre en mi oficio. Cuando rodé New Rose Hotel con Abel Ferrara, cada vez que hacía dos tomas de la misma manera, él me decía "¿qué te ocurre? En la vida real eres muy interesante, ¿por qué has de ser aburrida en mi película?". Me enseñó a olvidarme de dónde está la cámara y dejar que esta me siguiera a mí.
Te has quejado de que muchos papeles reinciden en el mismo arquetipo de mujer peligrosa y de prostituta. Con tu padre sucede lo contrario: en sus películas sueles encarnar a mujeres inocentes. ¿Crees que eso se debe a cómo te ve él?
Sí, pero te voy a contar un secreto: estamos preparando un proyecto juntos en el que yo haría de prostituta (ríe). En este caso, me apetece mucho, porque será una aproximación a esta figura completamente distinta a las demás.
Otra excepción serían tus trabajos con tu amigo Bertrand Bonello, en De la guerre y el corto Cindy (The Doll Is Mine). Nunca nadie te ha filmado como en esas películas.
Claro. Piensa que nos conocemos desde hace veinte años. La relación que tiene conmigo es distinta a la de otros directores; sabe y ve cosas de mí que otros no pueden. Pero trabajar con amigos tiene su riesgo, porque te conocen tan bien que lo que te dicen puede herirte. Recuerdo enfadarme muchísimo con Bertrand haciendo De la guerre, porque me dijo que mi actuación se basaba demasiado en cómo respiraba. Acabamos peleándonos y estuvimos un tiempo sin hablarnos. La cercanía pasa factura, por eso creo que Gaspar Noé y yo nunca hemos hecho una película juntos. Es mi mejor amigo, y ambos sabemos que somos la actriz y el director ideal el uno para la otra, pero creo que tenemos miedo de arruinar nuestra relación por una película.
Tu película Scarlett Diva conecta con debates vigentes, como las relaciones tóxicas y las experiencias traumáticas por las que pasan las mujeres para encontrar su lugar. ¿Crees que hoy el film se apreciaría mejor?
A eso me refería cuando te hablaba de la incomprensión. Cuando rompes un tabú, es inevitable que te escupan, y quizá en aquel momento las mujeres, sobre todo las que eran jóvenes como yo, no se atrevían a decir: "esto también me ha ocurrido a mí". Después del #metoo, algunos cines reestrenaron Scarlett Diva en Estados Unidos, y me di cuenta de que las películas pueden tener una vida larga. Afortunadamente, he crecido acostumbrada a no tener la aprobación inmediata por lo que hago, así que simplemente procuro hacer cosas que tengan un sentido sincero. Scarlett Diva era la película correcta para mí a los veintitrés años, pero si la veo ahora es como si leyera mi diario de adolescente. Aunque tiene una inocencia muy pura, y siempre querré a esa película del mismo modo en que querría a un hijo feo. O, mejor dicho, a una hija.
"Ante todo, me identifico con los outsiders"
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